Como tantas veces, tengo mucho que decir pero no se por dónde empezar. Tal vez escribir en mi blog sentada en un avión junto a una niña de 3 años que no para de llorar y hacer berrinche no sea la mejor idea. Pero necesitaba desahogar la olla express que llevo dentro. Este ha sido definitivamente el peor día de vuelo de mi vida.
La magnífica experiencia de vivir en la Ciudad de Chicago ha llegado a su fin. Fueron 6 meses de gran aprendizaje y crecimiento personal. Y las lecciones no terminan, aún el ultimo día estoy aprendiendo cosas, que espero no se repitan en el futuro:
Aprendí que debo trabajar en el desapego, Stan acaba de pagar $400 dólares de sobrepeso por no tener esa habilidad o cualidad desarrollada. Y eso sin mencionar el drama que le hice a la señorita del check-in, rogándole que “fuera más humana y no se guiara por políticas de la empresa” jaja. Me parece ridículo que mi boleto haya costado $200 y terminé debiendo (por que de alguna forma le tengo que pagar a Stan…seré aprensiva, pero no sin vergüenza) $400 dólares más.
Pero eso fue solo el principio. Después del drama nacional y la temida despedida entre mi novio ruso-americano y yo, llegó el drama del equipaje de mano. No hay palabras para explicar cómo se me ocurre que tengo los brazos suficientes o la fuerza y rendimiento suficiente para llevar conmigo:
mi Cicut Expression
mi Mac
mi bolsa de mano
mi mochila con todas las cosas de baño (tenazas incluídas)
mi edredón queen-size
mis pantuflas
mi bote de ropa sucia doblable (IKEA)
mi sudadera
mi agenda
mi diario
y……. “pasaporte y boleto en mano, si son tan amables”…. ¡¡en qué mano!!
Aquí les pongo la foto para que vean que no exagero.
Esta ha sido una de las dos pruebas de resistencia más fuertes fuera de casa (la otra fue hace 5 años, cuando le ayudé a un amigo a “mudarse” de Sevilla a Madrid…..con TODO su “depa” en nuestras manos…..literalmente: 4 maletas, 2 mochilas, computadoras y…..un bajo. La gente no podia dejar de mirarnos en el metro, y yo no sentía mis brazos y lo único que podia pensar en mi mente era: -tú puedes, vamos, una estación más. No hace falta mencionar que en cuanto llegamos al famoso nuevo depa…lo primero que hice fue soltar las cosas en el piso y soltar el llanto. Una combinación entre desesperación, agotamiento, felicidad y la pregunta obvia: ¿en qué estaba pensando?
La misma pregunta que años después me viene a la mente. Mientras la cola para abordar el primer avión (así es, para hacerlo todavía más un reto, hice escala en Atlanta….tenkiuuu) cada vez se hace más larga y yo no sé si quedarme en la sala de espera y no quedarme sin brazos, o tartar de hacer fila y no quedarme sin espacio en los compartimentos.
Pero no puedo pensar, no dejo de ver al infinito y pensar en que lo único que quiero es estar en mi cama….. Grrrrr, la niña de a lado no deja de moverse, y no he comido nada desde que salí de la casa de Stan hace 7 horas y 46 minutos. Y como las aerolíneas son tan consideradas, ya ni cacahuates te dan durante el vuelo.
Jajaja, no puedo creer que he cargado mi Cricut durante todo este tiempo, debo de estar completamente loca. Aunque sin pensarlo dos veces, sé que en cuanto llegue a casa y comience mis proyectos…toda la locura va a haber valido la pena. Como diría mi padre…¿quién te manda….?
Ahora estoy en el segundo vuelo, y debo decir que si no fuera por la ayuda de las personas a las que me he acercado (más por sobrevivencia que por gusto) ya hubiera explotado hace mucho. Me duele todo, tengo hambre y la niña…..ya ni les digo. Es uno de esos vuelos en el que no sabes si reír, o llorar. Cómo me gustaría en este momento estar en un baño de tina, con música a todo volumen y llorar y llorar y desahogar toda esta tensión. Es demasiada carga emocional, demasiado esfuerzo físico y ¡¡demasiado equipaje!!
¿Qué estás haciendo ahí? Me imagino que se preguntarán en este momento.
Es muy fácil: mi otra pasión, además del Scrapbook, es viajar. Y justo cuando yo me hice la misma pregunta al sentarme en el avión, abrí la revista que encontré enfrente de mí y ahí estaba: la respuesta que necesitaba. Un artículo sobre la diseñadora Diane von Furstenberg, de la cuál nunca había escuchado, pero me cautivó en las primeras líneas:
“For me, traveling is a symbol of living.
I love to be on the go, I love the unknown.”
Al leer estas palabras supe que estaba en el lugar correcto, viviendo exactamente lo que me gusta, la experiencia de viajar y descubrir nuevos lugares, nueva comida, gente diferente, culturas diferentes...
Al llegar y ver a mi papá después de 6 meses...todo valió la pena. Estoy de regreso, y más motivada que nunca por empezar mi empresa de SCRAPAHOLIC, ?YO? y hacer lo que me apasiona como parte de mi trabajo.
También estoy muy feliz por la idea que tengo en mente para mi nuevo taller de scrap...lo cual se los compartiré en el siguiente post.
"There´s no place like home"